La tarta me la encargó mi amiga Ángela, que es un encanto, para su madre, y como toda la vida le ha gustado la costura, pues decidida, la tarta tenia que ser un costurero. También me dijo que tenía que ser de chocolate ya que les encanta y le añadí un relleno de merengue suizo de fresa, (hay que decir que no me llevaba demasiado bien con el merengue suizo, pero por fin he hecho las paces con él). Parece ser que estaba muy buena, y me alegro, a su madre le encantó, que es lo importante.
Lo bueno de hacer esta tarta es que tenía muchas cosas entre las que elegir para decorarla: bobinas de hilo, botones, cintas de colores, agujas para hacer punto, etc.
La verdad es que aparte de tener donde elegir, fue un trabajo muy entretenido. Hay que decir que se come absolutamente todo, menos las agujas de punto (que son palillos de sushi), ya que después de intentar hacerlas con fondant, y que salieran agujas que parecían de blandiblu, jajaja, decidí utilizar palillos de madera, cosa también hice con los alfileres. Decidí que el costurero fuese un cesto con su enrejado, en la foto no se aprecia demasiado bien, por que el tapete es un poco largo.