Me lo pasé como una enana haciendo esta tarta. Al principio tenía un lío enorme, no sabía que hacer, lo único claro que tenía era que tenía que ser azul y que la mamá del pequeñín quería que tuviese una cunita. Pensé hacerle encaje de azúcar, pero lo descarté porque no quería que fuese demasiado cursi, y además, era para un chico.
Luego los colores, tenían que combinar entre sí y que quedase dulce y vistosa, no quería recargarla demasiado.
La tarta tenía que ser para treinta personas, por lo que pensé hacerla de dos pisos y además de dos sabores, así tenían la opción de elegir.
Tendréis que reconocer que mi Juanito me salió estupendo, me encanta, bueno, pues el de verdad es todavía más guapo, es un bomboncete, dan ganas de comérselo :).
El único recuerdo malo que tengo de esta tarta es cuando la estaba preparando para que se la llevaran y mi hermana le rompió la oreja al oso, creía que la mataba, pero menos mal que me quedaba fondant de los dos colores y le hicimos una cirugía rápidamente y solucionado.
Emilia, que es la mamá de Juanito, me vio pasarlo fatal, pero al final todo se solucionó y todo salió a pedir de boca y nadie se dio cuenta, gracias :).
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